sábado, 4 de diciembre de 2010

EL MOTÍN DE ESQUILACHE

Esquilache fue el ministro de Carlos III en1766.
En el libro de texto dice que, al llegar una nueva dinastía, los borbones, hubo que hacer muchos cambios en los aspectos de la vida tradicional española. Se impulsaron reformas en la indumentaria y en la vida ciudadana, las cuales las implanto Esquilache, y decían que había que cambiar el sombrero de ala ancha y la capa larga por el sombrero de tres picos y la capa corta para que los malechores no escondieran armas bajo su vestimenta y se les pudiera identificar mejor. El pueblo se negó a adoptar estas medidas, y así fue como empezó, en 1766, el motín de Esquilache. La vida en la ciudad empezó a experimentar grandes cambios, sobre todo en Madrid, ya que era allí donde se encontraba el rey Carlos III. Pero hubo cambios positivos, se creó el transporte público, aparecieron los serenos, se mejoró la seguridad policial…
El motín es una revuelta o rebelión multitudinaria contra el orden establecido, También suele caracterizarse por su surgimiento espontáneo y su desarrollo desorganizado o desordenado. En cambio, una Revolución es el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato. Los cambios revolucionarios, además de radicales, y sobre todo traer consecuencias trascendentales, han de percibirse como violentos, como una ruptura del orden establecido, que afecte de forma decisiva.
La mañana del Domingo de Ramos de 1766 cuando se desencadena el motín. En ese instante, irrumpe en la plaza un grupo de gente armada que provoca la huida de los soldados. Los amotinados asaltan un cuartel situado en la plaza y se apoderan de sables y fusiles, dirigiéndose hacia la calle Atocha, donde muchos otros se suman, hasta juntarse alrededor de dos mil personas. La gente se topó con el duque de Medinaceli, que se comprometió a transmitir al rey sus peticiones. El Lunes Santo, el pueblo de Madrid se enteró de que Esquilache se encontraba junto al rey, y una muchedumbre se dirigió hacia el Palacio Real. Finalmente, un sacerdote que actuaba como mediador hace llegar al rey una lista de exigencias:
1. Destierro del marqués de Esquilache y su familia.
2. Que no existan ministros extranjeros.
3. Desaparición de la Guardia Valona.
4. Bajada de los precios de los comestibles.
5. Desaparición de las Juntas de Abastos.
6. Retirada de las tropas a sus cuarteles.
7. Sea conservado el uso de la capa larga y el sombrero de ala ancha.
8. Que el rey «se digne salir a la vista de todos para que puedan escuchar por boca suya la palabra de cumplir y satisfacer las peticiones».
El rey, con disgusto, aceptó las exigencias populares. La calma pareció reinar de nuevo en la ciudad.

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